Es un error pensar que las vacunas son solo para niños. Salvan la vida de adultos y ancianos por igual. Un análisis de datos proporcionados por el Sistema Único de Salud (SUS) muestra que hay, en promedio, 272 mil casos de hospitalización y más de 71 mil muertes por año de personas mayores de 60 años por enfermedades neumocócicas, causadas por la bacteria neumococo.
La lista incluye meningitis, artritis séptica, sinusitis, otitis media aguda, conjuntivitis y bronquitis, pero la neumonía es la que más promueve hospitalizaciones graves en los ancianos.
Las personas de 60 años o más deben recibir diferentes vacunas, en dos dosis: el conjugado neumocócico 13-valente (VPC13) y el polisacárido 23-valente (VPP23). Protegen respectivamente contra 13 y 23 tipos de neumococos.
VPP23 está disponible para personas mayores de 60 años con comorbilidades como diabetes, problemas cardíacos, trastornos renales, entre otras enfermedades crónicas. El 13 está indicado para personas mayores inmunodeprimidas, como portadores del VIH, receptores de trasplantes y pacientes con cáncer.
Los niños vacunados protegen a sus mayores
Se recomienda que los niños a partir de los 2 meses y antes de los 6 años reciban la vacunación de rutina con CPV10 o CPV13. Las vacunas que se crearon en la década de 2000, por lo tanto, no fueron recibidas por los ancianos de hoy. Por eso la inmunización es tan importante (Fuente: health.abril.com.br).
La eficacia de estas vacunas también se debe a la forma en que se almacenan. Mantenerlos en el rango de temperatura entre 2°C y 8°C es fundamental para preservar su integridad y sus características inmunizantes. Estas condiciones son proporcionadas por cámaras científicas de conservación, equipos con tecnología específica para el correcto almacenamiento de inmunobiológicos.